
El centro rebosa de bares, cafés, arquitectura "art noveau" en cada esquina y en verano la luz del sol no abandona a uno hasta casi la medianoche.
Las mujeres deben de estar en un tipo de dieta secreta y mágica ya que su belleza haría palidecer a la más orgullosa de las suecas y la muestran con frescura por las calles para espasmo de algunos.
Los jardines abundan y el río serpentea la capital para
sofocarla del insólito calor que abruma a los nativos en estos tiempos de loco cambio climático.

Los precios no distan mucho de la Europa del oeste con ciertas sorpresas como el transporte, la cerveza y el tabaco que andan por los suelos. De todas maneras, en el centro los precios a nivel de ocio y supermercados está casi al nivel centro europeo. Los jóvenes se están llevando la tajada del progreso del país y no se ve a demasiada gente mayor de 40 por el centro.
Además existe un cambio generacional increíble en los países post-soviéticos. Antes la cultura del ocio no existía y la generación anterior no anda muy acostumbrada a eso de los restaurantes y las copitas del sábado noche. La generación de los 80 y 90 van a la última, se lo comen todo y son más listos que el hambre.

Riga es ideal para ir en grupo de amigos. Si bien es preciosa para darse unos románticos paseos por su centro, a más de uno se le escapará la vista al ver circular los monumentos andantes que pululan y más de una tendrá que tensar la cuerda y limar las uñas ante tanta y tan alta competencia.
Riga se encuentra en su momento de esplendor. Rica y viva en su flamante época post-soviética. ¡Visítala antes de que lo haga la horda de despedidas de soltero inglesas que se avecinan!
Jurmala, la zona de playas más cercana a Riga.
Es una escapada desde la capital casi obligatoria en época de verano. Se halla a apenas 3 minutos de tren de la capital letona y sorprende ver que el turismo de sol y playa no es una exclusiva hispana. Los bálticos saben usar sus recursos y en los días de calor media población aprovecha los rayos de sol para disfrutar de las buenas playas que goza la costa del país. 

Chiringuitos, bares y cafés no faltan. Así como hostales y hoteles que, de todas maneras, andan un tanto desperdigados. Si vais cargados haréis bien en dirigiros antes a la oficina de turismo para informaros de la disponibilidad y precios de las camas y así evitar caminatas innecesarias.
La playa es un auténtico espectáculo. La gente se toma el día para jugar, tomar el sol, bañarse, comer o lo que venga en gana. Aquí el puritanismo no ha llegado ni por asomo y cada uno/a va como le da la santa gana.
Jurmala es una bonita zona donde los pinos y el verde se dan un fraternal abrazo con largas dunas de arena fina y un mar de agua limpia y poco profunda. Ideal para escapar un día de la ciudad y camuflarse entre los locales con la toalla colgando del cuello y un billete de tren en el bolsillo.